En Sevilla, a solo unos dos kilómetros de la estación de tren del AVE, se levanta el templete de la Cruz del Campo. Este humilladero medieval, que se cree anterior al siglo XV, dio nombre a una de las primeras cervezas de España, cuando aún estaba en las afueras de la ciudad, rodeado, como no, de campo.
En 1904, el templete empezó a tener de vecino a la fábrica de cerveza y ambas construcciones vieron como la ciudad de Sevilla les rodeaba, hasta acabar encajadas entre bloques de viviendas.
En 2007 se inauguró la nueva fábrica de Cruzcampo que llevó la producción a las nuevas afueras de la ciudad. El gigante edificio que vio nacer una de las primeras cervezas industriales de España quedó en el limbo. Hasta ahora.
La covid ha retrasado la inauguración de Factoría Cruzcampo, un ambicioso proyecto del grupo Heineken (propietaria de la cerveza sevillana desde el año 2000) que pasaba por transformar la antigua fábrica en una microcervecería urbana donde se imparten, además, clases de hostelería a los jóvenes becados por la Fundación de la empresa: este año 40 personas, que son las que atienden al público en el espacio.
Pero, además de la función social, Factoría Cruzcampo es el proyecto que –junto a La Fábrica de Málaga– quiere reivindicar el legado de una cerveza denostada fuera de Andalucía y Extremadura. Y ayudar a la marca a hacerse un nombre en el pujante mercado de las cervezas artesanas.
Una cerveza distinta
“Pis de rata”, “sudor de andaluz”, “agua con color de cerveza y gas”... Desde que surgieron las redes sociales, la compañía ha tenido que lidiar con comentarios que van de la chanza fácil al clasismo puro y duro, hacia una cerveza que no es objetivamente peor que la de sus competidores, sino distinta. Un valor que en los últimos años la empresa ha logrado que juegue a su favor.
El artífice de este cambio es el nuevo equipo que desembarcó en Sevilla en 2016 con el objetivo de reflotar una marca que andaba en horas bajas.
“Normalmente, cuando estamos frente a estos fenómenos podemos tener la tentación de no mirar y correr un tupido velo, que es lo que se estaba haciendo hasta que llegamos”, explica Esteban Velasco, actual responsable de la marca. “Pero lo primero que debes hacer cuando tienes un fenómeno de estos es mirarlo, hacerle frente, y pensar cómo puedes utilizarlo a tu favor”.
La solución pasó por entrar al trapo en redes, riéndose de un mismo, pero, además, reivindicando una suerte de andalucismo transversal, que es el leimotiv del nuevo eslogan de la compañía: “Con mucho acento”.
“La primera traducción literal es que al ser de Sevilla defendemos el acento de Sevilla, pero el valor final es la diversidad”, explica Velasco que, como Lola Flores, resucitada con permiso de su familia para protagonizar el spot principal de la campaña, es un jerezano afincado en Sevilla. “Oye, yo soy de donde soy, respétame por ser quien soy, pero a a la vez te respeto a ti por ser quien eres”.
“Bueno vale, bien por el marketing, pero a mi la cerveza me sigue sabiendo rara”, pensarán algunos. Y es que, de entre las cervezas comerciales de tipo lager, Cruzcampo es la más peculiar –algo que, insisten desde la marca, se debe a su particular levadura–. Y la única que se sirve de forma distinta.
Mejor servida en un solo tiempo
Jiménez y Pascual vienen de trabajar en dos reputadas cerveceras artesanales –Califa y Four Lions, respectivamente– y ahora tienen toda una señora fábrica para hacer lo que les venga en gana, con total libertad (y, suponemos, más presupuesto).
En una cata a ciegas (que se ofertará dentro de las visitas a la Factoría, a un precio de 10 euros) pudimos probar cuatro de las cervezas con las que se ha inaugurado el espacio, de todo tipo de estilos como American IPA o ldubble belga; todos ellos eso sí, no muy pesados.
“Es fundamental como maestro cervecero saber dónde estás vendiendo”, explica Jiménez, que defiende la Cruzcampo original a capa y espada, como una cerveza muy refrescante, de trago fácil, pensada para sobrevivir al calor infernal que sufre Andalucía la mayor parte del año.
En esa línea se mueve su invento más acertado: una cerveza bautizada como Mijita, que solo tiene 1,6º de alcohol (casi como una sin), gracias a una fermentación a temperaturas más altas. Una cerveza muy lograda que, coinciden el maestro y sus jefes, podría ser el primer desarrollo de la Factoría en llegar al mercado.
“En general todas las compañías de gran consumo van a tener una racionalización del portafolio”, reconoce Velasco. “Pero la sofistificación de las cervezas empezó hace ya más de una década, con cervezas un poco más complejas, y eso va a crecer. Va a haber muchísima experimentación y hay que elegir bien, pero la Mijita me parece brutal”.
Lo bueno que tienen espacios como este es que funcionan como un departamento de I+D en contacto constante con el público, que va a probar todos los experimentos directamente desde los tanques (que están conectados a los grifos de la barra).
Y a ver quién es el listo que dice al llegar eso de “¿tenéis algo que no sea Cruzcampo?”
Datos prácticos
Dónde: Av. de Andalucía, 1. Sevilla.
Precio medio: Catas de 10 euros (sin comida) a 35 euros (con maridaje)
Reservas: 954 97 98 90 y en su página web.
Horarios: Martes a viernes de 11:30 a 18:00 horas.
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